4.2.05

La tarde siguiente, 22.02 dice el reloj, pero aún es de día y tengo que volver a trabajar. Almorcé una ensalada con pan y no puedo volver a trabajar, porque tengo la panza hinchada y no es de comida es de cerveza heineken y los ojos me arden. Recién me lavé los ojos cosa que no hacía desde hacía mucho tiempo. Unas gotas. Escucho el último disco de chemical brothers y ya me aburrió. Que vayan a ver a Estibenés Pilver. A ver si lo puede llevar de nuevo a los ´80. Durante toda mi vida fui a colegios (algunos más algunos menos) católicos. Pero en mi adolescencia, cuando mi rebeldía se acomodó en la pelotudez fui a parar a un raro colegio laico. Allí empecé cuarto año, el rector era cristiano no practicante y no terminó el ciclo lectivo. Todos creíamos que era un boludo. Fue la única persona que conozco que chocó un patrullero. Hay que ser boludo. Era un cincuentón. Cuando la primavera estaba floreciendo en los árboles del patio se fugó. Desapareció con la profesora de computación y programación, una cuarentona al borde de la locura. Se fugaron con los sueldos de todo el personal del mes de octubre. No sé si aparecieron, la mitología escolar los ubicaba en una playa de brasil o en una estancia del paraguay. Eran 30.000 dólares o cosa así, tampoco era una fortuna. Yo no me ensucio por menos de un millón. Aviso a mis amigos millonarios, nunca me confíen su millón. Me voy a trabajar. Saludos a lolo y a su polola.