30.12.12

27-28-29 de diciembre

Me desperté muy temprano cuando recién amanecía sobre la Laguna Blanca. Lo primero que miré no fue el lago, ni la cordillera, lo primero que miré fue si las dos ruedas estaban infladas y sí. Luego de un abundante desayuno con bondiola y queso de campo, subí la meseta, la bajé y tomé la Ruta 40 hacia el sur. Luego de 22 kms llegué a la ruta 222 que sube hasta el valle de Las Leñas. El camino es todo cuesta arriba con 8 kms de subida constante en lo que se conoce como El Infiernillo (seguramente bautizado así por alguien que lo hizo en auto, porque para mí con la bici fue El Puto Infierno).
Después de eso ya no tenía piernas ni para mantenerme en pie y para colmo un viento muy fuerte bajaba por el valle y me frenaba incluso en los pocos tramos que había en bajada. Me quedé sin agua y cuando quise recargar en una vertiente patiné y quedé enterrado hasta la mitad de las pantorillas en barro sulfuroso, que no huele para nada bien.
Ahí nomás había un cartel que decía "a Laguna la Niña Encantada", era eso o seguir unos 9 kms más hasta Los Molles, sin dudarlo tomé el camino a la laguna.
Lo primero que vi es que cobraban una entrada de 10 pesos y lo primero que me dijeron es que no podía acampar en el predio... El lugar era atendido por un chico de Guaymallen, el Ale y por Laurita y Nito, de Malargüe. Cuando llegué estaban por almorzar y me invitaron a comer chivito al horno con ellos. Se fue desencadenando la charla y encadenandose los humos y pasaron dos horas o más y todavía no había ido a ver la laguna, estaba apenas a 50 metros. Realmente la había subestimado porqur al ir a verla quedé maravillado. Es una laguna que se formó por la erosión de aguas subterraneas abajo de residuos volcánicos, tiene 40 x 70 metros y unos 12 de profundidad con un color verde azulado intenso, aguas muy transparentes y habitado por truchas arco iris que se las ve nadando a simple vista.
Ya para la tardecita la amabilidad de los chicos, la belleza del lugar y, por qué no, la carne de chivo me habían devuelto a la vida.
También me invitaron a cenar pizza casera y finalmente dormí dentro de su refugio.
Al día siguiente, viernes 28, salí sin las alforjas a conocer Los Molles y el Pozo de las Ánimas.
Pedalié por el valle y pasado el mediodía paré a comprar un juguito y cargar un poco el celu y terminé almorzando milanesas con la familia del dueño del negocio... La amabilidad y la buena onda de las gentes que viven por acá es algo de no creer.
Esa noche de luna llena salí un ratito a pedalear por la ruta desierta, comí de nuevo con los chicos de la laguna. Dormí un rato bajo la luz de la luna, pero más tarde el romanticismo perdió la batalla contra el frío y nos metimos en el refugio.
A la mañana siguiente no me dejaban irme, me amenazaban con esconderme la bici para que me quede una noche más. Unos genios totales los tres.
Finalmente poco después de las 17 arranqué camino a Malargüe, unos 52 kms que hice en 3 horas 15.

1 Comments:

Blogger Estela said...

Todo bellísimo!!! y la buena onda de la gente es envidiable!!! Seguramente vos te la ganaste!
QUE SIGAS BIEN TU RUTA

2:02 p. m.  

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