14.2.05

Hoy me propuse una tarea asombrosa, quería aprovechar que había vientos huracanados para remontar un barilete. Un pequeño niño que aún se orina en los calzones puede hacerlo, por qué yo no? Incluso puedo orinarme en los calzones, algo que no es tan fácil cómo se cree. No es tan fácil largar el primer chorrito, el resto viene solo, cuando sentís el líquido caliente correr por el muslo, pensás, ya está bien. Pero lo que yo quería era remontar un barrilete, ahora no puedo, tengo que ir a buscar un trapo.
Ahora está mejor, ya me cambié y hasta casi me baño, pero no daba, tampoco era para tanto. Algunos pensarán que es fácil remontar un barrilete, pero eso es porque no intentaron remontarlo por la ventana de un departamento interno. En el primer intento perdí un barrilete, en el segundo una posible amistad, porque la desenganché del cable a una vecina en camisón que se asomó por la ventana y se me quedó mirando, no me dijo nada. Yo estaba subido a una sillita y asomado a la ventana. Se me quedó mirando, pensé que era amor, pero después me dijo que la había desenganchado del cable y puedo asegurar que no advertí ni una pizca de amor en sus palabras, en parte puede ser porque yo siempre voy a menos. Quizás quería darme a entender que quería que le vaya a instalar el cable y ya se sabe lo que hacen las señoritas en camisón con los instaladores del cable. Pero, esa, me parece que es otra historia.