12.2.05

Los malabares me rompieron el dedo de un pie y mientras. Sigo intentando, sale, no voy a decir que no. El otro día en medio de un pase de manos exitoso tiré el flash, las tres pelotas para arriba. Después de golpear contra las paletas del ventilador, dos se estrellaron contra las paredes, pero la tercera me dio directo en el ojo. Ahora me pongo hielo, rodajas de tomate y tapitas de cerveza. Pero no abandoné los malabares, porque prefería seguir haciendo malabares a tener que ordenar. Con el ojo machucado no veía bien, solo podía fiarme del otro ojo y por lo tanto, todo era bidemencional, había arriba y abajo, pero no había ni adelante ni atrás y eso hacía difícil atajar las pelotas que caían. También estaba un poco desestabilizado y tambaleante porque me paraba sobre el pie que no tenía el dedo apachurrado y cuando era preciso saltaba hacia los costados, oyendo el crujir de hojas de diario y cajas de cidis bajo mi pie. En uno de los saltos caí sobre algo más duro que mi pie sano y lo que crujió fue la piel de la planta de mi pie, perforada por un trompo de acero. Como no quería usar mi otro pie, también lastimado, caí hacia atrás y me clavé la manija del armario en la espalda. Quedé sentado, magullado y mal herido, por suerte cerca de un teléfono y el diario. Busqué el teléfono de una enfermera. La llamé y le conté mi problema, me dijo que por 10 pesos me ponía hielitos y por 15 me tiraba la piola. Me pareció poco profesional y le corté, después de darle la dirección y decirle como llegar. Ahí suena el timbre. Hasta mañana.