11.2.05

Pero no quería olvidarme de eso que quedó trunco. Mi educación. Contaba del rector que se fue a Paraguay a cosechar lino o enterrar el pepino. Después de eso, tuvimos una rectora muy amable. Era agradable verla sonreír por los pasillos. Los pelos de los alumnos estaban crecidos, los uniformes no se respetaban y casi nadie bajaba a formarse cuando se izaba la bandera. Ese año escribí con aerosol en la pared “Rolling Stone” y la gente me felicitaba por mi linda letra, pero nadie me reprendió.
El verano llegó y todos nos fuimos. Cuando volvimos, con los pelos más largos y las mejillas peladas de tanto sol, nos encontramos con que todo había cambiado. Había que formar mientras subían la bandera.
Cuando terminó esa ceremonia un tipo se puso a hablar. Inmediatamente, todos pensamos que el tipo era un padre católico fundamentalista. Pero no era un católico, era adventista y no era padre, era hijo de puta. Quería ver los pelos más cortos, las camisas adentro del pantalón y nada de olor a tabaco en el baño. Las únicas 18 amonestaciones que tuve en 5º año, fueron por fumar en el baño. Salía durante las horas de clase (preferentemente física, castellano y educación para la vida) a fumar un cigarrillo a los baños y cada tanto, a pleno cigarrillo aparecía el rector, el adventista. Me llevaba a la oficina y me hablaba de los males del tabaco, de la carne y el café cafeinado. También decía que el pelo largo no estaba bien. Que el de Jesús estaba bien largo, porque respondía a una época, pero no quería entender que mi pelo largo también respondía a una época que él pretendía modificar. Guerreamos y terminé el año haciendo tratamiento psiquiátrico. Es difícil luchar contra las religiones. Todas las mañana el reverendo alegría seguía con sus cuentitos y la radio no podía funcionar. Tiran bombas, creo que todo va a estallar.
En fin, alejémonos de esa época de pantalones grises y regresemos a esta donde mis pantalones son... en fin, grises, pero son otros, son más finos... ya no me pican las piernas... ahora los uso porque me gustan. Creo que ningún argumento es válido, por eso desde hace unos días voy a trabajar en jogging y zapatillas.