17.3.05

Claro, dicen y lapidan y me faltan el respeto. A mí, nada menos que a mí. Critican mi producción. Pero lo que hay que entender es que hay semanas y semanas. Todas las semanas tienen siete días, pero hay semanas más cortas y otras que son más largas. Hay semanas en que llueve y semanas de sol. Semanas de humedad y semanas de sequía. No todo es siempre igual, no por nada las plantas tienen flores una o dos veces por año. Por algo eligen ese momento. Hay que pensar que no siempre se pueden cosechar flores, a veces hay que conformarse con tallos y hasta con raíces. Semana a semana debo producir, sentarme, salir de la inactividad. Mover mis dedos al compás de la música más sublime. Y sentir que corre por mis venas el más delicioso néctar, mi sangre transporta la felicidad, la imposición y la falsa alegría. Y todo lo consigo, pero ahora estoy fumando demasiados parliament y la garganta me pesa al despertar. Tengo que dejar el cigarrillo. Esta frase es una de las más dichas por mí, porque en todo lo demás vario. Cambia mi lugar, cambia mi oficio, cambia la gente que me rodea (con honrosas excepciones), cambia, todo cambia como diría una gloria del folklore. Pero siempre vuelve esa frase recurrente, tengo que dejar de fumar, tengo que. La repetición debe tomarse como un fracaso. Cuantas cosas fracasan para siempre los martes. Muchas. Hoy es otro día que no dejaré de fumar.