5.3.05

¿Quién se atreve a hablar mal de la cerveza en mi presencia? ¿Vos? Bueno, me parece bien. Hoy evitaré la discordia, hoy soy feliz. Vi un colibrí volar en una publicidad en el subte y me sentí tan cerca de la naturaleza que se me erizaron los pelos y me salieron ronchas. Una pregunta que siempre me hago (encima) es por qué siempre que digo estar feliz la espuma de cerveza se desliza por las paredes vidriadas de mi espina. ¿alguien sabe lo que es una espina? Son dos cosas, lo que te clavás en el campo y lo que te clavás en los bares en la soledad de tus noches felices. A veces estoy feliz sin tener espuma de cerveza, pero no lo digo. Solo lo digo cuando tengo la cerveza en el vientre. La cerveza no es una bebida triste. Nadie puede tomar cerveza y estar triste, a menos que sea un boludo. La alegría de pararse, pasearse tambaleante entre las mesas hasta dar con el mingitorio donde en un grito orgásmico alcanzaremos el máximo placer de descargar la vejiga. Para luego intentar recordar en qué mesa estábamos y, lo que es aún más difícil, dar con ella.