20.3.05

Viernes
Estoy en Sierra de la Ventana. Llegué por la mañana.Después de una noche con sueño y sin sueño en un vagón con luces tenues y tabaquistas constantes. Humo y lluvia. Ventanas cerradas y humo neblinoso. Caminé por vagones y me crucé con vagonetas de termos humeantes. También vi guardas. En los trenes comunes hay un solo tipo de guarda. Ferrobaires, en cambio, tiene tres claramente diferenciados. Los de saco azul son los guardas clásicos, controlan que todos tengan sus boletos en orden. Los guardas azules suelen ser los más canosos. Si no están en orden, entran en funcionamiento el guarda gris, este se encarga de vender pasajes y de cobrar oportunas multas. Estos guardas grises suelen llevar anteojos y ser los más obesos del contingente. Si el infractor se niega a pagar el boleto o la multa, según corresponda, entran en acción los guardas negros, son los sujetos del orden. Son los que tienen más cara de malos y tienen la particularidad de llevar como morral cruzado una especie de funda de cámara de fotos, en la que deben llevar un arma y un rollo de venda por si se tuercen el tobillo. Mucha gente para un solo vagón 100 pasajeros y 53 fumadores.Yo iba hasta la puerta para fumar cigarrillos, los guardas me miraban desde la oscuridad del otro vagón. Hasta que la segunda vez su mirada indiscreta no me molestó y me metí en baño de hombre, dentro del cual permanecí 20 minutos sin bajarme la bragueta. Al salir, envuelto en una nube de humo dulce, me encontré con un guarda, con uno de los de negro. El más petiso, el más viejo y el que tenía más cara de malo. Al principio no me miraba, miraba el piso, al cual arrojó su cigarrillo y lo aplastó con una violenta pantomima, que no pude apreciar en su totalidad, por la oscuridad reinante en el escenario. Recién entonces alzó la vista y me miró a los ojos y podría decir que sus ojos estaban más rojos que los míos. La furia estaba en su cara. Pero, no da la impresión de que las infracciones a la ley 23.737 estén dentro de su jurisdicción. Sufro una leve paranoia, que me mantuvo en vilo media hora. Sentado junto a una vieja que solo paraba de comer caramelos para tirarse un pedo.La gente fue bajando en las estaciones y después bajé yo
Caminé por las calles vacías y compré unos biscochitos de grasa Nevares, que todavía están ahí, que mierda más horrenda, no pude comer más de dos.
Luego de una siesta me disparé hacia el cerrito del amor, iba provisto de papel y birome y un disco con canciones románticas cantadas por Tonino Carotone. La idea era estar arriba del cerrito del amor pensando en Miriam Svarter, escuchando Tonino, mirando el atardecer y escribiendo una contestación cargada de romanticismo a su mail. Miriam, pensaba en vos, pero después escuché el canto de los pájaros carpinteros amarillos y recordé cuando era un cabro chico y recorría estos cerros atorrantes como si estuviera caminando desde el paso del viento hasta el glaciar Frías, sobre los hielos continentales., me empecé a acordar de muchas cosas y me olvidé por completo de vos. Llegué a la coma, antes coronada por una cruz, ahora por un pedazo de hierro oxidado empotrado con cemento, miré hacia donde suele verse el atardecer y en su lugar vi unas nubes grises y amenazantes. Me puse a escuchar Revolutionary Dream y a cantar junto a Pablo Moses a grito pelado. Estaba muy concentrado en no desafinar cuando fui interrumpido por unos turistas que me pidieron que les saque una foto.
Al bajar del cerrito di un rodeo innecesario y fui al pueblo para iniciar mi degustación de alfajores. Fui a Sozzani, tres alfajores, promedio: 6,77, no muy buenos.