28.2.05

Recién llego de trabajar, estuve hasta las 8 de la noche. Ni yo mismo lo podía creer. Suelo rajarme en cuanto alguien se olvida la puerta abierta. Apretá... la barra espaciadora, Máximo Saúl. Fue un día tranquilo, mucho trabajo, pero todo a su tiempo. Todo a su tiempo y cada cosa en su lugar. Así y todo salí con la cabeza así de grande y caminando de manera inestable. Eso igual creo que se debe a los cigarrillos apurados que pito con desesperación en las escaleras oscuras. No me sacan las ganas de fumar, pero me producen un leve mareo que hace que las cosas sean menos ásperas. El problema es el desorden, cuando hay que hacer más de una cosa a la vez, cuando no hay tiempo de más. Muevetéee (así, con tres e). Esos días es distinto, esos días salgo con los huevos más grandes que la cabeza. Y se hace aún más difícil caminar. Ni siquiera alcanza con un hisopo embebido en alcohol, como suelo hacer siempre. Es fácil, el órgano humano que más rápido comunica el alcohol al cerebro es el oído. Por eso, embebo el hisopo en brandy y lo introduzco por el canal del oído externo y lo apoyo y lo aprieto hasta sentir una vaga sensación de satisfacción. No pienses más. Quien diría que escucho un paso doble con un faso doble. Quien diría, pero, igual que ayer, hoy es mi cumpleaños. El sistema es la raíz por donde hay que cortar.