15.1.13

Dias 22, 23 y 24

Tengo ocho horas por delante en Zapala hasta que salga el bus que me llevará de nuevo a Buenos Aires. Así que aprovecho a contarles y al mismo tiempo recordar los días anteriores.
El domingo pensaba arrancar bien temprano, pero no me podía levantar de la cama y recién salí a la ruta pasaditas las 9. El cansancio acumulado después de tantos días de pedaleo pesa sobre el cuerpo para ese entonces llevaba algo de 850 kms pedaleados en caminos con muchas subidas y bajadas). Tenía poco menos de 40 kms por delante y la esperanza de poder llegar a la fiesta del veranador a comer chivo. Los primeros 17 kms son bordeando el río Nahueve con subidas y bajadas, algunas bastante empinadas, pero ninguna muy larga. Desde los Carrizos (un paraje donde todos se llaman Antonio) empezaba la subida y bajada innecesaria para atravezar un cordón montañoso y llegar a Andacollo.
Ya las piernas no me respondían en las subidas y las hacía caminando, tarde casi 5 horas. Apenas llegué al camping armé la carpa y me fuí al campo de doma (donde se hacía la 20 Fiesta Provincial del Veranador y Productor del Norte Neuquino). Llegué con hambre y le pedí a uno de los puesteros una porción grande chivo y me trajo una pata entera que no entraba en el plato. Me la sirvió con un pancito y una cerveza, pero sin cubiertos y yo, que andaba sin facón, la arremetí cual hombre de las cavernas causando alguna risa entre la paisanada y mirada de estupor en algunas chinas. Con grasa literalmente hasta en las orejas me fuí para el lado de las habilidades gauchescas, pero la mayor destreza de los paisanos era cagar a golpes a unos pobres potrillos y yeguas y aguantar 12 segundos montados. Por suerte, algunos recibieron sus buenos golpes, uno hasta se quebró la pierna. Igual no aguanté mucho de este desagradable espectáculo y me fuí a dar unas vueltitas por Andacollo y al camping. El portapaquete estaba ya quebrado del todo y tuve que hacerle un nuevo remiendo con un poco de alambre, pero no se iba a bancar velocidades de mas de 10 o 15 kms en ripio sin tocar la rueda.
El lunes era mi último día de pedaleo, tenia 60 kms hasta Chos Malal. Estaba casi seguro de que no lo iba a lograr, pero igual lo intenté. Salí bien temprano, en los primeros 8 kms la ruta sube desde los 1033 msnm hasta 1585, era solo el primero de los tres cordones que hay que cruzar. Llegué arriba muy cansado y transpirado porque el sol empezaba a hacerse sentir. Me dolía un golpe en la pierna izquierda y por la transpiración me ardía un pequeño corte en el pecho. Seguí hasta La Primavera, frenando casi todo el camino, que es en bajada, por miedo a que se rompa el portapaquete. Ahí encaré la subida hasta la planta de gas en la que estaría Desmond seguramente, pero no llegué a arriba. El calor del medio día casi no me dejaba hacer otra cosa más que transpirar. Además, por la tarde operaban a mi mamá y quería poder estar al tanto y no perdido por ahí. En fin, ya quería volver. Decidí hacer dedo al primero que pase. Resultó ser una F100 con tres campecinos que muy amablemente me permitieron subirme con Guada a la caja y me llevaron hasta bastante cerca de Chos Malal. Desde ahí seguí pedaleando, pero con el orgullo nomás porque no daba más. En la terminal me enteré que no tenían pasajes a Buenos Aires y que tenía que irme a Zapala o a Neuquén capital. A las 22 llegué a Zapala y tuve noticias de que la operación había salido muy bien y también vi que hasta la tarde del día siguiente no tenía ningún micro, igual que en Neuquen, con la diferencia que a Neuquen llegaba 1:30 de la mañana y se me iba a complicar conseguir alojamiento y desplazarme con las alforjas en una mano y la bici desarmada en la otra. Pasé la noche en el hotel más cercano que no fue barato, pero quería una ducha y una cama.
Al día siguiente fui a la terminal y compré uno de los últimos 5 pasajes que quedaban a Buenos Aires en todas las empresas. Viajo a las 19 y estaré 18 horas sentado en la última fila de un semi cama.