15.1.13

La salida de Zapala

Si no quieren perder su salud, si no quieren perder su juventud, si no quieren desperdiciar su vida. Pasa la hora y el micro que viene desde San Martín de los Andes no llega. Estoy por cumplir 21 hs en Zapala, muchas más de las que hubiera elegido. Hace 5 horas que estoy en una de las terminales más horribles que hay en el país. Los pocos árboles que hay nunca hacen sombra a los tres banquitos pedorris que hay afuera, que es donde hay que esperar el sol. Porque resulta que el techo les quedó bajito y los micros no entran. Y el puto micro no llega, no solo quiero quiero irme de Zapala sino que lo que quiero es que pase el trámite de cargar la bici y las alforjas y las posibles discusiones que pueda generar. Ya lleva 20 minutos de atraso. Además viajaré en la última fila de arriba en la ventanilla al lado de una persona muy rara que pudiendo comprar ventinilla compró pasillo. Posiblemente sea claustrofóbica y le falta el aire, seguro viaja con un abanico. Espero que no vomite.
Con media hora de atraso llegó. El 60 % de los asientos está ocupado con scout y la baulera estaba repleta con sus mochilotas enormes por lo que la bici no entraba. La están llevando los conductores en la cabina que con la mejor de las ondas me advirtieron que los tendría que coimear.

Dias 22, 23 y 24

Tengo ocho horas por delante en Zapala hasta que salga el bus que me llevará de nuevo a Buenos Aires. Así que aprovecho a contarles y al mismo tiempo recordar los días anteriores.
El domingo pensaba arrancar bien temprano, pero no me podía levantar de la cama y recién salí a la ruta pasaditas las 9. El cansancio acumulado después de tantos días de pedaleo pesa sobre el cuerpo para ese entonces llevaba algo de 850 kms pedaleados en caminos con muchas subidas y bajadas). Tenía poco menos de 40 kms por delante y la esperanza de poder llegar a la fiesta del veranador a comer chivo. Los primeros 17 kms son bordeando el río Nahueve con subidas y bajadas, algunas bastante empinadas, pero ninguna muy larga. Desde los Carrizos (un paraje donde todos se llaman Antonio) empezaba la subida y bajada innecesaria para atravezar un cordón montañoso y llegar a Andacollo.
Ya las piernas no me respondían en las subidas y las hacía caminando, tarde casi 5 horas. Apenas llegué al camping armé la carpa y me fuí al campo de doma (donde se hacía la 20 Fiesta Provincial del Veranador y Productor del Norte Neuquino). Llegué con hambre y le pedí a uno de los puesteros una porción grande chivo y me trajo una pata entera que no entraba en el plato. Me la sirvió con un pancito y una cerveza, pero sin cubiertos y yo, que andaba sin facón, la arremetí cual hombre de las cavernas causando alguna risa entre la paisanada y mirada de estupor en algunas chinas. Con grasa literalmente hasta en las orejas me fuí para el lado de las habilidades gauchescas, pero la mayor destreza de los paisanos era cagar a golpes a unos pobres potrillos y yeguas y aguantar 12 segundos montados. Por suerte, algunos recibieron sus buenos golpes, uno hasta se quebró la pierna. Igual no aguanté mucho de este desagradable espectáculo y me fuí a dar unas vueltitas por Andacollo y al camping. El portapaquete estaba ya quebrado del todo y tuve que hacerle un nuevo remiendo con un poco de alambre, pero no se iba a bancar velocidades de mas de 10 o 15 kms en ripio sin tocar la rueda.
El lunes era mi último día de pedaleo, tenia 60 kms hasta Chos Malal. Estaba casi seguro de que no lo iba a lograr, pero igual lo intenté. Salí bien temprano, en los primeros 8 kms la ruta sube desde los 1033 msnm hasta 1585, era solo el primero de los tres cordones que hay que cruzar. Llegué arriba muy cansado y transpirado porque el sol empezaba a hacerse sentir. Me dolía un golpe en la pierna izquierda y por la transpiración me ardía un pequeño corte en el pecho. Seguí hasta La Primavera, frenando casi todo el camino, que es en bajada, por miedo a que se rompa el portapaquete. Ahí encaré la subida hasta la planta de gas en la que estaría Desmond seguramente, pero no llegué a arriba. El calor del medio día casi no me dejaba hacer otra cosa más que transpirar. Además, por la tarde operaban a mi mamá y quería poder estar al tanto y no perdido por ahí. En fin, ya quería volver. Decidí hacer dedo al primero que pase. Resultó ser una F100 con tres campecinos que muy amablemente me permitieron subirme con Guada a la caja y me llevaron hasta bastante cerca de Chos Malal. Desde ahí seguí pedaleando, pero con el orgullo nomás porque no daba más. En la terminal me enteré que no tenían pasajes a Buenos Aires y que tenía que irme a Zapala o a Neuquén capital. A las 22 llegué a Zapala y tuve noticias de que la operación había salido muy bien y también vi que hasta la tarde del día siguiente no tenía ningún micro, igual que en Neuquen, con la diferencia que a Neuquen llegaba 1:30 de la mañana y se me iba a complicar conseguir alojamiento y desplazarme con las alforjas en una mano y la bici desarmada en la otra. Pasé la noche en el hotel más cercano que no fue barato, pero quería una ducha y una cama.
Al día siguiente fui a la terminal y compré uno de los últimos 5 pasajes que quedaban a Buenos Aires en todas las empresas. Viajo a las 19 y estaré 18 horas sentado en la última fila de un semi cama.

13.1.13

Dias 19, 20 y 21

El jueves salí tempranito hacia las lagunas de Epulauquen (Dos lagunas significa en mapuche). 45 kms subiendo unos 300 metros por una ruta de ripio en mal estado. Me llevó unas 6 horas por lo que llegué pasado el medio día con un sol que rajaba la tierra. Me comí dos mega tazones de nestum como un niño con una leche que me llevé congelada en el bolsillo térmico de la alforja que llegó bien fresquita. El camping es muy grande, por lo menos 2 kms a lo largo del lago superior, pero me costó mucho encontrar un hueco para armar mi carpa por lo lleno que estaba. No esperaba encontrarme tanta gente. Muchas familias neuquinas que mantenían el fuego prendido las 24 horas, como si no tuvieran fósforos para volver a prenderlo. Estaban todo el día buscando leña y tomando chupilca, que es cerveza con ñaco (trigo tostado molido) que todavía no he probado. En todos lados venden ñaco, que se ve como pan rayado. En esta zona vivían Los Pincheira, una familia de bandoleros que fue el último bastión realista en américa derrotados un 14 de enero de 1832. Nunca se encontraron sus tesoros, una leyenda dice que están enterrados en algún lugar del parque y en esta zona de buscadores de oro me imagino que varios boludos habrán venido con pico y pala a hacer pozos por todos lados. Otra leyenda cuenta que al verse derrotados tiraron todo a alguna de las lagunas, son seis en total. Lo cierto es que la plata y el oro no aparecen.
Llegué muy cansado por la subida hasta las lagunas y me dormí tempranito y fui el primero en levantarme de todo el camping. Como excursión hay un camino de treking por un bosque de ñires y roble pellín. Los dos primeros kilómetros fueron geniales por adentro del bosque bordeando el lago y vadeando arroyitos, luego, los otros dos kilómetros el camino se complica mucho y se lo nota muy poco transitado (se ve que no pueden alejarse tanto para que no se les apague el fuego). Trepé y trepé con la bici al hombro hasta que finalmente llegué a un lugar en el que aluciné. Cáscadas Las Chaquiras, una caída de agua de más de 50 metros con varios "escalones" de la que una foto dice poco pero que es una de las cascadas más lindas que vi en mi vida. Allí pasé la mañana con Guada solo intenté una escalada hasta la Laguna Negra, pero en un momento me encontré colgado en un acantilado con las patas temblando y me dio miedo seguir. A lo largo de toda la mañana pasaron solamente 9 personas de las mas de 500 que había en el camping. Todos se sorprendían de ver una bicicleta a semejante altura, hasta uno de los tres grupos que pasaron se fueron con la idea de que yo conocía un camino alternativo para llegar porque era imposible que haya hecho el mismo camino que ellos con la bici a cuestas. Me costó bastante llegar, pero nada es imposible si se lo encara con las suficientes ganas. Bajando hice tramos de Downhill (descenso de montaña en bici) bastante adrenalínicos y peligrosos en los que me di varios golpes, pero todo muy divertido. Ya de vuelta en el camping decidí que ya era suficiente, que era hora de ir volviendo. Después de una noche mirando las estrellas en una noche muy oscura con luna nueva me desperté a las 8 y arranqué el descenso a las 9. Pensé que iba a ser más fácil, pero despues de hacer 30 kms me empezó a pegar mal el calor del medio día y la cosa de complicó. Para colmo en un rapto de inteligencia malsana tomé un desvío que bajadas y subidas bastante largas con inclinaciones de hasta 51 grados según el gps que me escupió sobre Las Ovejas cerca de las 15. Deseoso de tomar algo me encontré con todo cerrado. Me vine para lo de don Tino y lo encontré charlando con una escritora de la zona (a la que le compré un libro). Todos sorprendidos por el calor extremo que hace: "acá nunca pasa de los 30 grados", me contaban.
En unas horas arranco de nuevo para Andacollo donde se está haciendo la Fiesta Provincial del Veranador (los arrieros que suben en verano con sus piñas de chivos buscando mejores pastos) donde seguro habrá chivito, destrezas gauchescas y mucha chupilca.

10.1.13

Dias 17 y 18

Vine desde Andacollo a Las Ovejas. Así podría resumirse, pero al venir en bici no hay resumenes posibles. Ya al momento de montarte en la bicicleta sabés que tenés que darle duro unas 5 horas mínimo. Salí de Andacollo pasaditas las 9 de la mañana, tenía unos 40 kms por delante hasta Las Ovejas. Gran parte del camino es de ripio y la mitad, hasta el paraje Los Carrizales subiendo y bajando innecesariamente montañas. En los primeros 15 kms había subido 315 metros y bajado 295 y ahí me preguntaba ¿tanta dinamita para volar montañas qué carajo les costaba hacer un túnel?
En fin, al llegar el medio día me era imposible seguir por lo fuerte que estaba el sol y el calor que hacía.
En esta zona todos los años se hace en noviembre y diciembre la transhumancia, es decir el desplazamiento de familias y sus animales (chivos, ovejas, caballos, perros, etc) desde las zonas bajas hasta los faldeos de la cordillera misma en busca de mejores pasturas. Abajo tienen los puestos de invernada y arriba los de veranada, es decir que a lo largo del año viven en dos lugares distintos. En esa ruta de Chos Malal hasta Las Ovejas y calculo que más allá también hay varias zonas arboladas cerca de algún arroyo, río o vertiente muy propicias para un descanso y una rehidratación tanto de familias y animes como de ciclistas. Fuí aprovechando varios de ellos.
El paraje Los Carrizales se encuentra al bajar la última montaña innecesaria justo sobre la orilla del río Neuquén. Es una pequeña población que está en una zona muy fértil. Desde ahí la ruta va bordeando y acompañando el río y en el fondo se ve el gran volcán Domuyo. Un poco más adelante sobre el mismo valle se encuentra Bella Vista. Desde ahí solo me quedaban 9 kms para llegar, por el camino pasé por el desvío a las lagunas, ruta que encararé en un rato. A Las Ovejas llegué pasadas las 5 de la tarde con una temperatura de más de 30 grados y a los primeros que me crucé me invitaron a tomar cerveza. Acepté con gusto el trago de una negra bien fría y sus consejos sobre dónde hospedarme, la casa de don Tino, lugar del que no me hablarían en la cabinita de turismo que consulté después. Pese a no haber mucho turismo y de que el poco que hay es en un 95 o más por ciento compuesto de neuquinos en cada uno de estos pueblos hay una oficinita de turismo.
Llegué al Hospedaje El Manso, que según dice el propio don Tino no es ni de un cuarto de estrella en el que pago 70 por noche. Venía cansado de la trepada y comiendo medio mal por lo que aproveché a quedarme dos noches, lavar toda la ropa y alimentarme bien. Mañana salgo a las lagunas de Epulauquen, también a unos 40 kms y también subiendo donde pasaré al menos dos noches para recorrer un poco, son 7 lagunas algunas de las cuales se pueden recorrer por senderos simples que veré de pedalear con Guada.

8.1.13

Dias 14,15 y 16 de la pedaleada (5,6 y 7 de enero)

En Chos Malal me quedé el día 14 (5 de enero) a descansar, cambiar el rayo roto y ajustar algunas cosas de la bici. Por la noche conocí a Rocio, una muy divertida chosmalita vegetariana con la que compartimos unas cervezas y unos panchitos y que luego me invitó a cenar y me compartió pelones, cerezas e higos de su huerta. Las cerezas estaban súper ricas y los higos fueron los más ricos que comí en mi vida.
Al día siguiente 6 de enero, nuevamente me volvió a costar arrancar y recién a las 11 empecé a pedalear hacia Andacollo (a 60 kms). Arranqué tarde y había pronóstico de vientos de 60-70 kms/h, pese a eso confiaba en que había descansado un día y en mi determinación de llegar.
El lugar al que quería ingresar se llama la cordillera del viento y ya en la ruta entendí por qué. Jodido viento cabrón, aparte había 3 subidas importantes para pasar de los 800 msnm hasta los 1450 msnm de Andacollo (que quiere decir "que brilla en lo alto). Los primeros 20 kms, hasta el paraje El Alamito fueron duros, sobre todo por el viento, que no llegaba a los 70 kms ni a palos, pero jodía bastante. Tardé poco más de 3 horas en hacerlos. Al llegar a El Alamito me tiré en la primer sombra que vi. Para llegar a esa sombra había que cruzar en vado, más profundo de lo que parecía, en el que pedaleando me empapé medias y zapatillas. Pero, lo bueno, resultó ser que estaban festejando el cumpleaños de un nenito. Eso se traduce en algunos niños sentados a la sombra con cara de aburridos y varios adultos borrachos bailando cueca, que sonaba a todo volumen en cajas muy grandes (2 cajas potenciadas de al menos 250 W cada una). No saqué a ninguna doñita a bailar, pero me convidaron asado, asi que ligué una pata de chivo, un cuarto de pollo y unos bifecitos de ternera que me vinieron bien porque la pedaleada me había dejado muy hambriento. De hecho solo fue suficiente comida porque los comí con mucho pan...
Seguí por la ruta y a las 18 encontré un lugar lindo para acampar un poco más adelante. Seguía habiendo mucho viento y costaba avanzar y parecía buena idea parar, pero soy de descartar rápidamente las buenas ideas.
Los siguientes 13,6 kms fueron en subida y el viento si empezó a soplar a 60-70 e incluso más. Era imposible pedalear porque venía de frente y literalmente me tiraba de la bici. Empezó a oscurecer y el viento aumentaba y levantaba nubes de pequeñas piedritas que me golpeaban muy fuerte. Ya hasta costaba caminar. Le pedía a la Cordillera del Viento que me deje entrar, pero la guacha no se copó en ningún momento. Dándole sin parar tarde 4:40 horas en hacer esos 13,6 kms. A lo lejos los últimos 5 kms veía muchas luces y esa era mi meta y fue mi destino. Era una planta de gas a la que llegué a las once de la noche muy cansado y cubierto de polvo, pero curiosamente muy feliz. Ahí perdido en la montaña había una especie de Desmond Hume (aunque no se si apretaba un botón cada 108 minutos o qué hacía porque nunca lo vi hacer otra cosa más que matear conmigo o mirar cosas del Dakar o partidos de fútbol de hace dos o tres años. Ahí me pude duchar, comer y dormir sobre un colchón. A la mañana siguiente me levanté temprano y desayuné con Desmondo (que en realidad se llamaba Alberto) y con un chico de Bélgica y su novia de Nueva Zelanda que venían del otro lado y estaban recorriendo Argentina a caballo. Me costó bastante arrancar un poco porque seguía el viento y otro poco porque me daba pena dejar a Desmond solo. Estaba ahí solo hace 12 días y me regaló de todo, muchos tés locos como me gustan a mí, azúcar, pan, galletitas, me lleno el termo de café y así. Finalmente, un poco antes del medio día, volví a la ruta. Obvio que Desmond me acompañó a la ruta y para que tome el primer impulso apenas me senté me dio un fuerte empujón en la espalda que casi me hace salir volando por arriba del manubrio. El viento seguía fuerte, pero en 1-3 podía avanzar. Fueron unos 16 kms hasta Huingango, metiéndome por un camino por dentro Bosque Comunal. Los ultimos 5 kms son en bajada muy abrupta (baja unos 400 mts).
Huingango es muy lindo, le dicen el jardín de la provincia. De ahí seguí unos 7 kms más hasta Andacollo, subiendo nuevamente.
Andacollo es un pueblo minero (con plaza y monumento en el centro y cerro volado en las afueras y todo). El único alojamiento que tenía lugar salía 180 pesos. Sin dudarlo me vine al camping (que me costó 8 pe).

6.1.13

Video grabado en Chos Malal

5.1.13

Dias 12 y 13 (3 y 4 de enero)

Arranqué de Ranquil Norte casi a las 11 de la mañana. Pensaba en la primer gran subida, como gran parte de los planes se derrumba. Quería salir a pedalear todos los días a las 6 de la mañana, pero cuando duermo en una cama difícilmente me despierto antes de las 9 de la mañana.
El mediodía me encontró en una bajada yendo hacia el río Barrancas, límite con la provincia de Neuquén. Ahí, me habían advertido, la policía te revisa. No sé por qué, pero me lo aclararon varios. La verdad no tenía ganas de que me hagan desarmar las alforjas ni que me jodan demasiado, pero como era bici no me oyeron venir y como era en bajada pasé muy rápido por donde estaban y me vieron pasar nomás. Me quedé haciendo tiempo en la estación de servicio esperando que baje el sol porque estaba imposible para andar. Ya había hecho 22 kms.
El sol estaba muy fuerte, pero los tábanos estaban muy pesados, al punto de preferir volver a la ruta y morir insolado. Hice 4 kms en subida hasta el pueblo de Barrancas y ahí tuve que parar de nuevo a bancarme los tábanos y a esperar que los neuquinos se levanten de la siesta para conseguir algo de comida. A las 17.30 empezaron a abrir los primeros negocios... Recién 18.30 volví a la ruta 40.
Muchas subidas y bajadas en los 32 kms que me faltaban hasta Buta Ranquil. Tranquilamente podrían haber hecho la ruta por el valle, al lado del río, pero no, en lugar de eso iba por las montañas a su costado subiendo y bajando innecesariamente.
Llegué a Buta Ranquil sobre las 10 de la noche. Una ciudad extraña con muchos desniveles y con calles locas que desconocen cualquier tipo de cuadrícula. Es una ciudad petrolera y eso hace que todo sea un 50 por ciento más caro y que la población adulta sea en un 80 por ciento masculina. Me costó encontrar alojamiento hasta que di con el hospedaje Marta 150 pe con desayuno como atención de la casa.
Doña Marta, como era ciclista y necesitaba energía me sirvió como tres desayunos juntos. Después de eso estaba más para tirarme de nuevo que para salir, pero monté todo y para la ruta, hice 33 kms y en Pampa del Til (un par de puestos de inviernada, ahora vacíos) paré bajo unos árbolitos a guarecerme del calor un buen rato. Cuando volví a salir a la ruta se había levantado mucho viento y venía del sur por lo que me daba justo de frente y casi me impedía avanzar. Unos 5 kms más adelante venía caminando cuesta arriba y paró una camioneta y se ofrecieron a llevarme. Me quedaban 50 kms con dos subidas descomunales, más varias subidas y bajadas. Los de la camioneta eran dos trabajadores petroleros uno de los cuales era biker y me dijo que ya era jodido lo que me quedaba aunque no hubiera viento. Subí la bici a la camioneta y una hora después llegué a Chos Malal. No hubiera hecho dedo, pero me vino bien el aventón.
Ahora estoy parando en Chos Malal donde aprovecharé a comprar algunos repuestos para la bici y hacerle algunos ajustes mínimos (los cables de los cambios sobre todo perdieron tensión, la rueda de atrás por tanto ripio se descentro un poquito y el portapaquete que nunca volví a tocar desde que se rompió y arreglé a cascotazos el segundo día está cada vez más chueco y hundido), por lo que lo más probable que me quede a pasar el sábado acá, descansar un poco y ver de contactar a dos couchsurfing a ver si me recomiendan algún lugar loco para visitar.
En las fotos, yo saliendo de Ranquil Norte, mi sombra sobre la Ruta 40 llegando a Buta Ranquil, el atardecer en el Volcán Tromen, una montaña muy puntuda en El Tongar y el atardecer en el río Curi Leuvú en Chos Malal.

3.1.13

1 y 2 de enero

Mira que hermosa mañana, la naturaleza me ha sacado de la carpa a las 7 de la mañana. Había mucho viento, hacía frío y el cielo cubierto de nubes muy negras.
Ya estaba en Manqui Malal, 35 kms al sur de Malargüe, justo donde empieza la Cuesta del Chihuido, unos 7,5 kms de subida (desde 1750 hasta 2050 msnm). Intenté un poco la noble misión de pedalear, pero me dije "pibe, cuidate" y seguí caminando. Al llegar arriba vi una bajada larga, aunque jamás de los jamaces me imaginaba que tan larga. Eran 25 kms todo en bajada, desde los 2050 hasta 1450 msnm. Le fui dando todas las vueltitas a 40-50 kms por hora, si no fuera por el frío que hacía hubiera sido genial (igual fue genial). En un rato llegué a Bardas Blancas, un pequeño pueblito con fósiles por todos lados y desde donde se cruza a Chile por el paso Pehuenche. Comí algo, me hice un té de manzana y canela y con la chiva a pedalear. Hablando de chiva, en esta zona todo tiene que ver con chivas, chivos y chivitos (te consigo un chivo por 250 pesos, me dijo un hombre que desayunaba cerveza). El domingo 6 de enero asarían 1500 chivos en la Fiesta Nacional del chivo. (A los gringos les exportamos los chivos de Córdoba, pero el chivo malargüino es el mejor del mundo, me confió el mismo hombre)
Desde Bardas Blancas hasta El Manzano hay 30 kms, también en bajada aunque no tanto (1450 a 1350), seguía habiendo asfalto en la ruta 40 y tenía viento a favor. Tarde poco menos de dos horas. Llevaba 62 kms hechos y no estaba ni cansado.
Desde allí hasta el siguiente punto, La Pasarela, tenía otros 30 kms y sin dudarlo me mandé. Tardé un poco más (2:30) porque había muchas subidas y bajadas y paisaje volcánico. En el fondo está el gran volcán Payún y todos los alrededores tienen chorreadura de lava o colada volcánica. La Pasarela es justamente un gran cañón de 40 metros de altura de lava y por abajo pasa el Río Grande que me venía acompañando desde Bardas Blancas y me daría de beber varias veces de aquí en más.
Desde este punto empieza el ripio con muchas piedritas volcánicas que me hacían imposible pedalear. Entre mi peso y el de la carga se enterraba la rueda trasera y me era más difícil que subir un médano pedaleando. Los siguientes 15 kms los hice casi todos caminando, salvo en las bajaditas en las que igual costaba andar. Se venía la noche y entre piedras volcánicas y plantas pinchudas armé la carpa. Me lavé como pude en el río y me hice una sopa para recuperar sales, porque con el correr del día y el descenso de metros (800 metros bajé, dormí a 1150 msnm).
Los puestos que hay en esta zona son casi todos de invernada, es decir que los usan para tener los chivos en invierno por lo que no tienen árboles y en verano están abandonados porque los tipos andan montaña arriba con los bichos aprovechando que no hay nieve y hay pastito tierno. Me dormí pensando en eso, como no hay chivos en la zona los pumas estarán hambrientos y como dicen los pumas "a falta de chivo, buenos son los ciclistas".
A las 7.30 del 2 de enero estaba de nuevo en la ruta (hoy es temprano, hoy comienza el 2 de enero). Los primeros 10 kms del día fueron de nuevo en ripio, aunque no sé si por estar descansado o si había menos piedra o si era porque seguía bajando, pero pude hacer gran parte pedaleando. Allí volví a cruzar el Río Grande y comienza una subida ininterrumpida de 27 kms por el ripio subiendo desde los 1000 hasta los 1700 metros que fue lo más duro de todo el viaje. No terminaba más y no había ni sombra ni un arroyito para cargar agua. Varias veces paré a los autos que pasaban para pedir agua, la gente se apiadaban de ese demente transpirado subiendo esa puta cuesta y me ofrecieron agua, jugo, frutas, etc, incluso en algunos casos sin que les hiciera señas.
Luego de esos 27 kms por ripio, que los parí, vuelve el asfalto, pero sigue la subida. Estaba tan feliz de dejar el ripio que hice toda la subida pedaleando. Allí se llega a un lugar de ensueño, la Laguna Linda y Laguna Coipo Lauquen, con patos y cisnes de cuello negro. Muy lindo lugar en el que descansé un rato y saque varias fotos. Me faltaban 10 kms de subidas y bajadas hasta Ranquil Norte a donde llegué a las 16 horas. Quedé que me costaba caminar o mantenerme en pie.
Luego de comer, conseguí que me alquilen una casita por 80 pe donde pude bañarme y meterme en una cama con sábadas limpias, un verdadero placer despues de dos noches de acampada y de semejante pedaleada (casi 200 kms desde Malargüe).