23.4.05

Pizzas, gente que come poco, dos pizzas y una faina y restos que quedan. Quedan muchas botellas de cerveza, pero todas están vacías, quedan botellas con agua, pero el agua no tiene gusto a nada, se parece mucho a la cerveza quilmes.

14.4.05

Los gusanos verdes de Brunei, se entierran a sí mismos, para 20 minutos después salir convertidos en las mariposas Marisopa Maravilis. Brinda, en su breve existencia de 2 horas, el más magnífico espectáculo de la naturaleza. Mientras tanto aquí, en mirame las medias, un nuevo post comienza. Comienza el día con el reflejo del sol rebotando por los vidrios, los ruidos de agua arrojada desde baldes. Gente que limpia a la mañana. Gente que no entiende. Aunque en realidad ustedes tampoco comprenden, porque no soy claro en mi escritura, pero debo confesar que yo tampoco comprendo del todo. Empezaré por partes.

Yo trabajo hasta agotar stock de “fuerza laboral” y tienen que saber que la fuerza laboral de un amante del trabajo puede durar hasta 14 horas. La mía rara vez alcanza las cinco horas. No puedo evitar que la calle venga hacia mí. Volver a caminar, pero como tengo unas zapatillas nuevas no es tan bueno caminar. Cosa que me confirman las dos abultadas ampollas que brotaron hace unos días en mis pies. Lo mejor que puedo hacer es sentarme, relajarme y sacarme las zapatillas. Así que decidí ir al cine. Miré la cartelera y las palabras no me decían nada. Solo eran palabras. Allá al fondo vi la palabra ideal. La palabra que estaba buscando. Una película de la que me gusta mucho el título: Whisky. Para verla en correctas condiciones me compré una petaquita y cuando salía del kiosco ya, volví y compré la otra. Compré la entrada al cine. Un paquete de pop corn y me senté a esperar que empiece la proyección. Me daba careta pelar petaca y empinar, por la luz, por las luces, pero sobre todo por la gente. Pero la espera se hizo larga, la gente no entraba al cine y seguía paseando por Corrientes sin prestar atención a la proyección. Los directivos del establecimiento querían llenar la sala. Y yo quería tomar un trago de whisky, saqué la primera y le di el primer beso de una matinee de pasión. En seguida, apagaron las luces y empezó a rodar la cinta y confirmé mi sospecha, estaba demasiado lejos de la pantalla. Rogaba que no fuera una película con subtítulos, porque no podría leerlos. Tenía miedo que fuera escocesa, porque todos los buenos whiskys son escoceses. Pero no, era uruguaya. Un sudor frío me corrió por las espaldas y quise irme, pero era imposible, algunos de los paseadores habían entrado a la sala y habían taponado mi fila. La huida era imposible. Me relajé hasta bajar a la mitad mis palpitaciones y sintiéndome mejor le di el segundo beso a la petaca. Yo tengo dos principios de vida, que son la clave de mi felicidad: 1. No usar más el windows 98. 2. No consumir nada fabricado en Uruguay. Y desde que cumplo esos principios simples soy un poco más feliz. La rueda de la fortuna giraba y me ponía cabeza abajo, burlándose de mi. Usando win98 en la pc del trabajo y atrapado en la proyección de un filme uruguayo. Me tuve que volver a tranquilizar, estaba al borde de las lágrimas. No podía más, le di un tercero beso a la petaca, que hizo que la vea vacía y sin sentido. La dejé en el piso y dando golpecitos de puño sobre la otra petaca que tenía en el pecho, sonreí. Volvía a tener el control de la situación.

Lo bueno de ir a ver una película uruguaya es que uno no tiene ninguna esperanza de diversión. Por eso hasta lo más estúpido puede resultar divertido. En la primera parte de la película no encontré ningún motivo de sonrisa. Y eso que yo encuentro motivos de risa en casi cualquier circunstancia. Volví a sentirme mal. Abrí la segunda y le di un tierno beso en su virgen orificio. No era whisky, era anís, no había mirado bien. Bueno, esas cosas pasan, lo importante es no pensar. Y le volví a dar otro trago.

6.4.05

Semana de abstemia. No puedo decir que no esté tomando alcohol, lo que puedo asegurar es que firmemente decidí dejar de tomar alcohol. Que no es lo mismo. Si tomo es contra mi voluntad y son las circunstancias, las perversas circunstancias, que me instan a embeberme en burbujas y fenoles. Gente que viene, gente que vendrá. La previsión y mi anfitrionismo (parco, pero amable) me hacen proveerme de botellas. Para no morir de sed alguna noche en que se corte el agua en todo el edificio y para ser un buen anfitrión. La presentación es todo. Recibir a alguien con la chimenea encendida, los leños crujiendo, las estrellas de las chispas chocando con la malla protectora de la chimenea (que venía con un atizador, una tenaza, una pinza y un fuelle (sopla sopla)). La alfombra blanca de pelos largos no corre riesgos, está segura y es cariñosa acariciando los tobillos de quienes la masajeen con los pies desnudos. Mas acá, un sillón cubierto por tapices incáicos y mantas de Mandrás. Sobre la mesa un mantel blanco, impoluto, sobre él solo una impureza (pero de tanta pureza), es el pétalo de una rosa roja que cayo volando desde un florero discreto, pero adornado con todas las flores de la estación. Por allí cerca dos copas de cristal, altas y guatonas, las propias del cabenet. Junto a ellas, una botella de un cabernet cafayateño, ya descorchada, oreándose, absorbiendo del aire ese olor dulzón que desprender los quebrachos al arder. Qué buen recibimiento. Bueno, como en mi casa no tengo chimenea, ni alfombra, ni sillones, ni mantel blanco, ni copas altas y de cristal, tengo que tener un cabernet siempre listo para ser descorchado, porque sé que más tarde o más temprano, Vivian vendrá a tomar un vino. Entonces ya tengo que comprar dos, porque si no viene habré de beber vino igualmente.

3.4.05

¿Quién quiere ser bush por una hora?
Quién, que alguien diga “yo”, por favor. Necesito por una hora ser otra persona, cualquiera, pensar de manera de distinto y no pensar que solo yo tengo la razón, aunque de hecho es cierto no tengo que pensarlo todo el tiempo. También tengo que pensar otras cosas. Tengo que comprar calzoncillos y, aunque no es el medio más propicio para este desarrollo, es cierto. Necesito más cantidad para poder disfrutar de la diversidad de que la semana finalice y no tenga que poner a lavar. Quiero comprarme 23 calzoncillos. Creo que esa es la cantidad justa. A un calzoncillo por día, son 23 días de fresca protección. No digo esto así por decir, sino que lo he pensado cabalmente, hice cuentas hasta marearme con los números y recién entonces llegué a esa conclusión. 23 calzoncillos a 200 gramos por calzoncillos, 5 hacen un kilo y 20, 4. Tengo ya cuatro kilos, que es una carga de lavarropas y tengo los otros tres calzones para no tener que ir corriendo o en bolas a dejar mi ropa en el lavadero. Pero no puedo tener ese tipo de pensamientos, la higiene, pero por sobre todo el tamaño del inmueble. El otro día escuchaba a un nacido a orillas del caspio que decía que si compraba un calzoncillo nuevo, tenía que tirar un calzoncillo viejo, así de chica era su casa. Gonzales puso una cara rara y dijo que cuando él no usaba más un calzoncillo, su mujer lo lavaba, lo planchaba y lo llevaba a la parroquia. Yo como siempre, nada. Miraba el monitor, reprimía la risa y me ponía el teléfono en el oído y marcaba números de personas que de antemano sabía que tienen el servicio momentáneamente interrumpido. Estos morosos son terribles, semanas con teléfonos cortados, buscados por la dgi, con prontuario en el veraz y los tipos en mar de las pampas. Hay gente de mucho dinero que se niega a pagar las cuentas por el solo placer de no pagar. Alguien debería analizarlo, pienso, pero enseguida me contesto que unos cuantos lo deben haber hecho. Pienso que debería visitar una librería de literatura psiquiátrica, pero enseguida me digo “no, para qué”.

1.4.05

Cuando ya es tarde y no existe nada, nos podemos arrepentir. Pero lo mejor no es arrepentirse, lo mejor es lo mejor de lo mejor. Y todos deberían saber qué es lo mejor de lo mejor. Para cada uno será algo distinto, pero si no saben que es lo mejor de lo mejor, para qué viven? No es bueno vivir con un objetivo? Con un meta y ponga permanente para llegar a eso mejor. Pues no, a veces se puede vivir sin meta. Metas cortas y fáciles de alcanzar. Mi meta de hoy es conseguir un vino, rico. Y conseguir un vino no es tan difícil, por lo tanto la cumpliré sin mayores problemas si es que no me distraigo tomando mate y escribiendo sandeces. Además es noche de noche y haré algo rico para comer, hoy no quiero pizza. Aunque hace mucho que no como pizza, hoy no quiero. Prefiero una carne, aunque aún no sé muy bien cuál ni cómo ni dónde la puedo comprar, lo que sí estoy seguro es que le meteré champignones, ayer vi una bandejita que me tentó. Un poco de carne con con a ver qué puede ser. Bueno, veamos la carne, puede ser algo económico, una palomita. Bien, bien, limón hay. Vino, a ver vino blanco, papas, cebolla y zanahoria. Ya lo tengo, ahora necesito desplazarme hasta el coto, porque mis chinos preferidos cerraron por vacaciones, por refacción o algún otra cosa que no sea duelo, porque si fuera duelo tendría que haber muerto algo muy, pero muy querido para mantenerse cerrado más de una semana. Los duelos orientales no duran gran cosa en la vida práctica, los duelos los llevan en el interior. Y lo peor es que cuando estoy entusiasmado escribiendo mis piernas se relajan y lentamente se vencen y se caen de lado, mi pierna izquierda se apoya contra un mueble, pero la derecha cae sobre la cpu que inevitablemente me tensa todos los músculos dándome una pequeña y desagradable descarga eléctrica. Y eso me hace pensar, nadie va a hacer nada con el palomo yojansen? Ya me tiene un poco las pelotas llenas con sus cantitos, ojalá le dé un cáncer de garganta y tenga que dedicarse a las artes plásticas. Por favor, no es para mí, es para que volemos al lugar que más quieras. En fin, es peor que un disco de boleros de claudia villafañe. Pero dejemos en paz a los astros y sus descoloridos satélites. Hoy no estoy muy pacífico, ni muy puente, así que mejor me voy a relajar, me voy a hacer las compras. Alguien quiere algo del coto?