31.5.05

Varicocele Psicotrópica

Fin fin de mes. Final de finales, lo bueno, no es que se acaba el mes, sino que comienza otro. Y qué pasa cuando un mes comienza? A ver... vos Walter, qué pasa cuando un mes comienza? Puede ser que, este, la sabía, la sabía, ah, sí, cuando un mes comienza los ratoncitos ponen plata bajo la almohada. Bien, Wally, estuviste cerca. Cuando un mes comienza le depositan el sueldo a bush. Sí, sí, lindo momento. Debería ir al cajero a mirar cuanta plata hay y luego firmar el recibo diciendo que recibí el importe correcto. Yo no tuve tiempo de ir al banco, porque, la verdad, que es un mundo dificile, la vida es intensa y los banco cierran a las tres, cuando las personas decentes recién nos estamos despertando. Gonzalez me persigue, firmame el recibo. Me da unos papeles y le digo firmo acá, allá, dónde?. Ahí, ahí normás, firma, aclaración y documento. Firma, puse la firma para la que trabajo, que es una compañía de telefonía y se llama Entubados.
así que
Firma: Entubados
Aclaración: Ellos, no nosotros.
Documento: Cheque de terceros.Me reía disfrutando mi astucia y me llevé una copia. Luego, más tarde, no sé si algo más tarde o mucho más tarde, pero realmente no viene al caso, me encontraba tirado en mi cama y no sabía que leer. La cama me llama y a falta de sillón, futón o sofá (rogüey), termino recostados sobre sus ensortijados resortes. Terminaba justamente el sofa (uno que estoy construyendo con desechos ferroviarias, que no es muy cómodo, es cierto, pero es un mueble para toda la vida), y quería leer. No tenía ningún libro nuevo, el diario que tengo es viejísimo y decidí que lo que podía leer era mi recibo de sueldo. Hay muchos numeros, un cifrado espantoso, con retenciones que varían, días no trabajados, horas no trabajadas, minutos de descanso, segundos afuera. Descuento de anses, jubilación y el impuesto para el fondo previsional santacruceño. Después de sumas y restas el artísta plástico que es el contador termina dibujando un número igual cada mes. 300.10. Trescientos pesos con diez centavos y lo digo, no me averguenza decir mis sueldo y no quiero que sea considerado como un acto de ostentacion ante la clase más desposeída. Eso es en blanco, después hay una parte en verde, un poco en rojo, pero la mayor parte es en azul. Pero este mes no, los números eran distintos. Mi sueldo sufrió un aumento. Contuve la respiración y fijando la vista, vi que mi sueldo era mayor. La plata me alcanzaba justo para mis gastos, no me faltaba nada y no me sobraba nada. Temo que este dinero de más que recibí este mes lo termine despilfarrando en alguna chuchería o en algún viaje. Tendría que proponerme ahorrar ese excedente, guardarlo en una caja con candado, en el tercer cajón o en mi lugar favorito: sobre las aspas del ventilador. Durante el invierno, me paro sobre una silla y uso las paletas del ventilador de techo como sagaces escondites, deposito monedas, billetes y letras de cambio. Cuando el invierno termina y llegan los calores a los cuerpos de nosotros, los adolescentes, prendo el ventilador y, literalmente, llueve dinero. Allí depositaré el excedente, no lo desperdiciaré en sandeces, un aumento, tiene que servir para aumentar, y no de peso precisamente. Debo aumentar mis ahorros para poder comprarme una computadora. No tengo que comprarme todo, porque algunas cosas ya tengo, compre una disketera, tengo una cable para conectar la cpu a 220 y un mouse sin bolita. No es mucho, pero si ahorro y ahorro todos los aumentos... quién sabe. Este mes, recibí la friolera, de un aumento de 90. Así que cobró 301. Porque 300.10 + 0.90... Debe ser uno de los mentados efectos setentistas del bizconde cruceño para incentivar el consumo. A los políticos nadie los entiende, quiere aumentar el consumo, pero no legalizar la tenencia. Realmente es de no creer. Es como que una empresa apícola aumente el tamaño de sus cajas, pero no tenga los huevos lo suficientemente grandes para llenar ese espacio. Creo que eso es lo que pasa, que como tienen los huevos chiquitos, tienen suficiente espacio para agregar otros paquetitos supraescrotianos. Una especie de varicocele psicotrópica.

17.5.05

Mi mascota

Dos veces lo dije, setenta y tres veces no lo cumplí. Solo sucede los lunes a la noche. Un día distinto, después de tantos días iguales en los que había letras y almohadas, palabras y almohadones, donde rebotaban los números. Y me interrumpen, pero no importa, porque me hablan y no escucho asiento, sé, sé. Escucho a Marley y un ascensor mal cerrado sonando en la lejanía. Estomba se lava los dientes y lo escucho a él, también, al pichón de rinoceronte. Porque vivo en un pequeño departamento de 30 metros cuadrados, muy inteligentemente aprovechados es cierto, pero son unos pocos metros así y todo. Primero tuve un canario, pero se murió. Yo lo dejaba en libertad, para que pueda tomar la comida que quiera. Debía estar en su instinto después de todo, pero cagaba por toda la casa y no comía nada, hasta que un día se metió en una olla en la que estaba cocinando una polenta y se vino a la mesa estofado, no estaba tan mal. Pero ya no tenía su canto. Luego, me compré una planta, pero como ésta no cantaba, la dejé en una canasta, acompañada de una carta frente a la puerta de una vecina. Y ya no tenía planta ni pajarito, eran dos ausencias, dos vacíos para llenar. Me compré entonces un gato, pero el muy hijo puta no aprendió nunca cuales eran las piedras sanitarias en las que tenía que mear y se andaba por ahí, sin problemas, llenando todo el departamento con sus orines y sus putos pelos. Además no cantaba, entonces lo tuve que abandonar en el jardín botánico. Vaya, vaya, hágase de amiguitos, mijo, le dije y me fui, contento por mi buena acción. No todos los días se socializa un gato. Fueron tres los espacios vacíos y compré un perro. Le puse por nombre Cuál, cariñosamente lo llamaba “cualy”. Era muy divertido, los niños del edificio salían a saludarlo. Ya lo conocían. Como cuando lo compré yo estaba con gripe, no podía sacarlo a la calle, porque podía sufrir una recaída, entonces paseábamos por los pasillos del edificio. Del piso catorce al doce, del doce al diez y de nuevo al catorce. Si Cualy hubiese sido silencioso, los vecinos casi no se hubiesen enterado, pero el silencio no era una cualidad de Cualy. Ladraba y gruñía. Los niños me decían cómo se llama ese perro y yo les respondía Cuál y un niño decía, señalándolo, ese y yo respondía Cuál, el niño Ese, yo Cuál y así seguíamos, hasta que algún vecino salía a reclamarme por los charcos sospechosos y los excrementos caninos que encontraban en los pasillos. Eso es porque ellos, en su mezquindad, no entienden el diálogo de los niños. En fin, Cuál me traía más penas que alegrías, ni siquiera aprendió a traerme las pantuflas. Y eso que se las dejaba cerca de la cama. Pero no había caso, cuando yo me despertaba, él ya había dado cuenta de ellas y las había destripado en el pasillo, buscando la sangre que su instinto le decía debía estar bajo esas pieles peludas. Pero no encontraba nada y cuando yo me despertaba, andaba como alma en pena, con el instinto contrariado y no prestaba mayor atención a mis retos, mis enojos, mis gritos y finalmente mi llanto desconsolado al ver que también había destrozados mis pantuflas del pato lucas. Ahora, justo ahora, que estoy a un paso de caer de lleno dentro de un crudo invierno en una casa sin estufa, me vengo a quedar así con los pies desnudos, desnudos como un exhibicionista en un subterráneo. Eso me dio una idea, salí con cualy y lo abandoné en una escalera mecánica del subterráneo, desde arriba lo vi bajar, alejarse hacia las profundidades, luchando contra lo inevitable, tratando de subir cuando bajaba, luchando con los altos escalones que eran enormes barreras para su pequeño cuerpo que vi rodar allí en las profundidas, girando en el piso entre colillas de cigarrillos y tarjetas de subte. Nunca más volví a saber de él y eso es un alivio. Había comprado de oferta en jumbo un paquete de 25 kilos de alimento para perro, que estaba barato, me quedan 23 kilos y cuatro ausencias. Cuatro vacíos para llenar. Tenía que ser un bicho grande, pensé en comprar una jirafa, pero al acordarme de los ventiladores de techo del departamento descarté esa opción. Averigüé por un tigre de bengala, pero salía carísimo y con este quilombo de cromañon hay que decirle no a la pirotecnia, aunque sea solo pirotecnia felina. Mamut tenía, pero embalsamado y así no canta. El tipo que lo tenía era un león vendiendo y me decía que le podía meter un grabador adentro y cuando yo quería.... pero yo ya no lo escuchaba. Estaba perdido, mirando hacia la puerta del fondo del local, por donde se había asomado el cachorro más bonito y tierno que vi en mi vida. De piernas firmes, mirada sensible, cuerpo compacto y un pequeño cuerno en su frente. Una cachorrito de rinoceronte, el sueño de toda mi vida, me dije. No era cierto, claro, pero me convenzo fácil. Cuánto, cuánto, le dije al vendedor. El hombre ensombreció su rostro y me dijo que ese cachorro era la única creía que había tenido la rinoceronta de sus hijos antes de morir. Parece ser que para los hijos del vendedor, ese cachorro de rinoceronte era como un hermano. Se puso dura la negociación, pero se lo saqué por 300 pesos y siete cuotas de 25 pesos. En dos días terminó el alimento de cualy, come que da gusto. Con el tiempo le tomé cariño y aprendí a soportar sus pequeños defectos. Su insoportable tendencia al crecimiento y después está el tema de su canto. Porque canta. Si cantara en un coro sería un bajo profundo y si cantara en un coro, nadie escucharía a los demás coreutas, porque tiene una fuerza en sus pulmones que reíte de pavarotti y palavecino juntos. Yo aprendí a tolerarlo tal cuál es, pero los vecinos se quejan del canto de Eustaquio, le puse Eustaquio, porque me pareció un buen nombre para un rinoceronte. El canto que tiene es como el canto de un rinoceronte macho adulto, pero para quienes nunca escucharon cantar a un rinoceronte macho adulto puedo decirles que hagan la prueba de imaginar un colectivo, un colectivo grandote, puesto en marcha, en punto muerto y acelerado a fondo. Bueno, es algo así, aunque el rinoceronte hace un poco más de ruido. Y otra característica del rinoceronte, que lo diferencia del gallo, es que no canta a la mañana, cuando amanece. Sino que canta, cuando se le canta el culo. A las cuatro de la mañana, viene y se pone al lado mío y canta. Yo salto en la cama y Eustaquio, con mirada risueña, me señala con su cuernito la palangana en la que le sirvo la comida. Me está diciendo que está vacía, pero los vecinos no lo entienden y gritan cosas que me da vergüenza escuchar a mí, espero que, como yo creo, Eustaquio no los entienda, porque sino se sentiría muy herido y dolido y se la pasaría gimiendo todo el día y eso sí sería un problema. El gemido de un rinoceronte es como su llanto, aunque más agudo y algo más fuerte.
Otro día les contaré el negocio que estoy haciendo con la mierda de Eustaquio.

16.5.05

Otra noche de insomnio, esta vez estoy con toots hibert que canta desde el muy moderno 2004. Preparativos para el viaje: mochila (al fondo del placard) ropa (en un balde en romojo) cd´s (aún no elegidos). Lo único que tengo listo es el porro. Un prolijo paquete envuelto con cinta aisladora y una cantidad considerable de porros, los necesarios para pasar el día de mañana y el arduo viaje en el tren. 10 horas en segunda, necesitaré unos 10 porros para pasarla de primera. Hoy escribiré mucho la palabra porro. Ahora los semáforos de palermo también están invadidos de chala. En Juan B. Justo pueden verse los semáforos ponerse en verde y ver una larga fila de verdes chalas.

True love o two love? Tengo que armar mis petates y terminar de escribir el diario, terminar, terminar es una manera horrible de decir las cosas. Todavía no me fui y ya me agarró la melancolía de pensar que tendré que volver.

11.5.05

Estomba lee el eternauta y se pierde. Mientras se afeita con la derecha sostiene el libro con la izquierda y lee y lee. Realmente es un libro maravilloso y ya tengo decidido comprar el eternauta II para el viaje en tren de la muerte, el tren del terror, el tren fantasma, pero sin azafata. Lo más parecido a una azafata es un señor avejentado al que se le escapan pelos entrecanos de las orejas que pide los pasajes y por dos pesos con cincuenta te avisa cuando te tenés que bajar. Es un servicio que ofrece solo a hombres solitarios con cara de trasnochados. El otro día me decían. ¿vos estás trasnochado o drogado? Un poco y un poco, contestan los clapers. Entonces me siento y miro un ciempies tragándose su propia baba y expulsando por el ano una chaqueta enchastrada. Estas últimas líneas son la consecuencia de estar leyendo el almuerzo desnudo de William Burroughs y estar comiendo mantecol. Mantecoles eran los de antes, los de georgalos, ahora, los de cadbury son más ricos que pesados, cuando todos estábamos acostumbrados a que sea al revés. El tema de las golosinas viene muy a cuento, porque se toma como algo para niños y no es así. La calidad de golosinas que come un pueblo determinan de manera directa el grado felicidad popular. Uruguay, por ejemplo es un país poco feliz porque no produce golosinas, pero se alegra los domingos con el candombe y los garotos brasileros y los nugaton de oferta. Estos uruguayos. Voy al parque Rodó, que es como el italpark, pero no tiene mantecol.

Money Money Money, the roots of devil. Hipocrites. Y sigue, pero no le entiendo, no se puede entender a esta gente que canta raro y tan raro que no se entiende.

En Tiende (Italia), la gente tiene una particular percepción de las cosas. Me entiende?

El caso bloomber me hace acordar al nuevo testamento, tendrían que haber matado al padre y no al hijo.

5.5.05

Pero las vacaciones tardan en llegar. En 48 estaré por las pampas, recorriendo la nada, mientras espero que salga el sol. Por ahora estoy acá, haciendo nada. Después de cuatro horas de acostado y de insomnio que se sobrellevan con entrevistas radiales. Después nada, por lo menos, por lo menos así. Un mirame las medias. Plop hizo el vino cuando lo descorché. Ieeeaaaa aaagghhhaaahaaaa. Me puse living in the flood y estaba por comenzar cuando mis dedos se vieron vacíos, les faltaba un cigarrillo. Uno al menos, así que salí y compré y resulta que como no tenían cambio me traje unos confites achocolatados y un mantecol. Pero los traje y no tenía ganas de comerlos, tenía ganas de tenerlos. Tenía ganas. Porque hoy ando ganas. Lo que tenía en mi dedo era una ampolla, que empezó a crecer no producto de algún calor. Crecen por los nervios supo explicarme un digitopuntor. Pero yo no estoy nervioso, o es que estaré nervioso y no me doy cuenta?

No suena muy creíble eso, los nervios se sienten en el estómago y de esta manera sería prácticamente imposible que yo no los sienta.

Viaje, tren, migrañas y muzarañas. Insectos e insecticidas, manices de a dos, caramelos con piel y papa con cáscara y manteca, al plato. Lo bueno de comer maníes es que te empareja las muelas, empastándote las caries por solo un peso cincuenta. 17 es la desgracia y por lo tanto debo continuar en esta senda, en la senda del hijo de satanas y sus anécdotas de cartero.

1.5.05

Todas las condiciones están dadas, palabras que van palabras que vienen y cansancio que se acumula, de tanto estar cansado, de tanto mirar por la ventana. Llega la hora en que todo es nada y que nada es todo, cuando todo es insoportable. Y entonces lo mejor es cerrar la mochila y salir a tomar un poquito de aire, salir de este aire comprimido para ver el aire más de cerca.

B: Gonzales, el jueves me voy de vacaciones.

G: Pero, aún no te corresponde, tendrías que haber trabajado seis meses.

B: Si contamos el tiempo que trabajé en negro ya cumplí los seis meses.

G: Todavía no.

B: Les puedo pedir a los de la AFIP que hagan de jueces en esta discusión, a ver si fueron tres o más meses que trabajé en negro.

G: Bueno, tendrías que mandarme un mail a mí y otro al presidente de la compañía.

B: Así me gusta. Te voy a traer alfajores, gonzales, o por lo menos la caja. Por otro lado, quería que me paguen la comisión unos días antes, porque necesito comprarme calzoncillos.

G: La plata gastala en lo que gustes.

B: A veces, la gasto en cosas que no me gustan. El otro día compré un vino que no me gustó.

Así que es así, me voy de vacaciones en tres días, serán 10 días del más puro pelotudeo cósmico por las riberas de los ríos y los faldeos de los cerros.